Respirar es vivir. Amar es vivir. Latir es vivir. Pensar es vivir. Pero todo, sin esfuerzo. Así de total y de sencillo.
Hacer lo que te gusta es también vivir y gozar de la vida. Caminar es vivir. No es llegar a la meta, es disfrutar del camino, del paisaje y de la convivencia.
Voy descubriendo que lo natural y lo sencillo me atrae y me transforma. Cada vez más simple. Me voy "descomplicando". Casi no distingo entre lo esencial y lo accesorio. Desde mi todo es importante, porque todo es yo.
Cuanto más espontáneo es todo, mejor me siento. Estar arriba, en mi taller, o abajo, en la cocina, ¿qué más da si estoy a gusto y soy feliz? Con música o en silencio, voy aprendiendo a estar conmigo.
Cuando salgo al jardín o voy al campo, siento las plantas crecer. Ellas no hacen ruido, hacen lo que tienen que hacer, sin prisa, sin esfuerzo. Preparan lo mejor de sí hacia lo alto, hacia la luz, y abren algo nuevo, su flor.
Cada una distinta, sin compararse con otra, sin quejas, sin preguntas.
Y no se preocupan de las estaciones. Si tienen que dar fruto, cuando llega el momento, después de la flor, lo dan, y lo ofrecen sin mirar a quien, sin preguntar para qué.
Hace algún tiempo que no cuelgo en mi Blog, que trabajo sin subir lo que hago, que ni siquiera me esfuerzo en vivir, porque no es necesario para ser, para vivir, para sentir y gozar la vida.
No se puede ser ni tener más que a uno mismo. No hay que perder el tiempo en buscarse porque uno no se ha perdido ni está perdido. Con la única persona con la que quiero ir es conmigo y me encuentro muy bien acompañada, porque todos y todo va conmigo.
Hoy dejo este tapiz con casas variadas, en torno a una plaza de hexágonos que nacen de una estrella. Cualquier forma es posible y diferente si uno descubre la armonía.
No hay relojes, el tiempo no existe. Solo hay formas y colores, y la luz en todo.
Un abrazo,
Ángela