No sé si el realismo mágico puede ser a cuadros. De lo que estoy segura es que tiene que tener una estrella, o más. Pensar que las estrellas sólo pueden estar en el cielo, es carecer de imaginación. Hay estrellas que nos envuelven, que nos calientan, que nos guían, que nos acompañan. Hay estrellas encadenadas en forma de deseos. Las llaman esperanza. Seguro que algún día se hacen realidad.
En los confines de las estrellas, donde se encuentran los hogares, los humanos y sus gozos e ilusiones, hay mucha esperanza sostenida y acolchada con latidos y con besos. Alguna vez se acomoda en la colcha la estrella de la casa. ¡Ya la conocéis, no hace falta presentarla!
También hay huracanes, terremotos y volcanes. También hay lluvia y lágrimas azules y hasta negras. Hay días como túneles, como bocas de dragones misteriosos. La mayoría son gigantescas creaciones de los miedos, pasados o futuros.
Pero siempre hay una luz en una estrella, y un poco de calor que nos alienta desde el interior y desde el infinito, que es lo mismo. ¡Da mucha fuerza para seguir la vida paso a paso, verso a verso, puntada a puntada!
Seguro que fue un gran pensador, como Séneca quien dijo que: «Es agradable ser importante, pero más importante es ser agradable». Las costureras, preferimos ser las importantes segundas, ¿o no? Nos conocemos porque decimos lo que sentimos, pero además y sobre todo porque sentimos lo que decimos. En lo que hacemos ponemos el alma. ¡Cosemos con trapos, tiempo y arte, sentimientos! Un poco de vida lleva cada minuto y emociones cada puntada.
Con mi afecto, siempre.