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04 noviembre 2018

Para mi hijo

No hay nada más. Lo es todo. Siempre. Cada instante.

Más allá de sus fuerzas. De sus posibilidades. De todo.

Un hijo...un mundo. ¿Qué digo un mundo? El universo.

Unos ojos que te siguen. Un nombre, pura melodía.

Un huracán, un torbellino que llega y que te abraza.

Un ser que te besa, y el mundo se ilumina y se detiene.

Después, ¿de qué no es capaz una madre, por su hijo?

Se recuerda todo y se olvida todo, al mismo tiempo.

¿Importa que sea otoño, primavera,  llueva o salga el sol?

Me derretía cuando contaba los años con sus dedos,

y cantaba con saltos en su cama.

O iba apagando velas mágicas, que de nuevo se encendían...

Y el sobresalto inquieto de su voz, al decir que tiene novia.



Pasaron los sustos de la fiebre, las carreras a la clínica,


las caídas de la bici o el golpe con el coche. Aprender. Vivir.

Vivir es un gozo con riesgo. Y amar y encontrar el por qué.

Desde el momento que sale por la puerta,

se lleva mi corazón a la intemperie, hasta su vuelta.

Al levantarse, para ir a trabajar: ¿hace frío mamá?

Y tengo que saber si llueve o nieva, aunque esté en la cama.

Sin vivir, cuando la noche se alarga,  me besa y sonríe,

y  sin pedir explicaciones me dice :"ya he llegado".

Al autor de la vida y al ángel que lo guía, 

les pido que me suplan,

allá por donde vayan, sus pasos y sus sueños,

porque ellos pueden verlo y yo se los confío.



Me agradece las comidas y postres, porque son especiales.

No sé que inventar, para hacerle feliz, y se me ocurre

desde el patchwork, que las noches existen y tal vez

podría hacerle algo infinito y cálido, una colcha pensé,

con una gran mandala, como tantas que de niño pintó,

simbólica y alegre,"la rueda de la vida",

la vida en desarrollo, el amor progresivo,

que comienza en un punto pero nunca se sabe cuando acaba,

que se pierda en la bruma, en la niebla o en la luz deslumbrante

del infinito y más allá, donde terminan todos los caminos,

en un final cálido, agradecido, donde podamos encontrarnos.

Quedarán para siempre, con puntadas escondidas,

el recuerdo y el cariño de una madre hacia su hijo,

en el silencio elocuente del corazón,

y el lejano titilar de una estrella que sigue velando

por su felicidad, y por que se hagan realidad todos sus sueños.

Te quiero.