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21 abril 2023

Los colores de la vida










Sin flores, sin naturaleza, no entiendo la vida.




¿Puede sin color, haber vida?

En el campo, en casa, las plantas y las flores me acompañan siempre, desde niña. 
Van y vienen y me encuentran. 
Nos encontramos. 
Algunas se quedan, como las personas, como las mariposas.


















Tienen tanta belleza, que alegran los días con su presencia; llenan los rincones de la casa y del jardín y alargan los instantes de las horas.





Me transmiten su vitalidad y su energía.

Las tengo en la puerta, en el jardín… y a veces en el pelo.



Si nadie es indiferente cuando se siente amado, al llegar a mi casa, sea quien sea, el amor de mis flores abre los brazos para recibirle, alzan el aroma de la naturaleza y le abrazan, como si siempre fuera primavera o fuera alguien a quien estaban esperando.



Antes, teníamos también pájaros en un árbol del jardín. Una jaula grande cubría el árbol y les protegía en cada estación. 
Allí hacían sus nidos, allí se bañaban cada día y cantaban hasta el anochecer.
Nunca entraban en casa.
Ellos eran la sorpresa que descubríamos pequeños y mayores, cada amanecer. 
Cuando alguno soñaba con la libertad azul, dejábamos abierta la pequeña ventana al infinito.











A veces, algunos volvían para enseñarnos cómo era ese camino en su batir de alas.

Por fin partían… ¡Como todos!