La vida nos
sorprende siempre. Cuando uno tiene orientada la antena a lo sublime, la
conexión con la capacidad de asombro se produce a cualquier hora. Pero además
son múltiples y se producen en cascada. A cual más bellas, a cual más
bonitas, a cual más emocionantes.
Cuando llegué de mi aventura de patchwork con mis amigas en la experiencia del fin de semana en la Casa Rural de Madrid, resulta que llego a casa, y las flores blancas del patio habían eclosionado, pero es que también los canarios que tenemos siempre a la intemperie, estaban ya así de preciosos…
Pero seguro que alguno piensa, que eso es casi natural, si se tienen y se cuidan, tarde o temprano las plantas florecen, aunque estas son muy entrañables, y tienen un significado muy especial, porque me recuerdan a mi hermana, que nos las regaló en su día, y ella ya hace 4 años años que nos dejó.
La vida de los canarios, sus trinos, sus nidos con mis trapos, sus hijos con su pico abierto y los padres solícitos, turnándose para darles de comer, y el aleteo de felicidad agradecida que demuestran los polluelos al recibirla, son admirables.
Pero, con ser
mucho, hay muchas más sorpresas que flores y aves. Mora, mi mascota se volvió
loca. Me comentaba mi hijo, que se pasaba las horas mirando a la puerta y
esperando que llegara. Pero no es tampoco ese el motivo de este post.
Me siento tan agradecida, que por fuerza tengo que decir
a todos GRACIAS. Desde la primera hasta la última en llegar, sed bienvenidas.
En mi casa y en mi Blog no hay más que
lo que hay, un poquito de trapos, un poquito de luz, mucha voluntad y disfrutar
con el arte y la ilusión de vivir con un poco de cariño.
Si en algo puedo ayudar, contad conmigo.
Un beso.
Gracias porque cada una/ cada uno, sois la mejor sorpresa.