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30 agosto 2016

Cuando llegue septiembre...





Me vino a la mente esa canción... 

Cuando llegue Septiembre, se ocultará más pronto el sol,
y se podrá gozar de la oscuridad y la belleza de regresar y encontrar lo que siempre quisimos y soñamos.












Cuando llegue septiembre, todo será maravilloso. El fin de vacaciones, un curso nuevo,
el reencuentro de los viejos amigos y, al fin solos en la alegre soledad.










Cuando llegue septiembre, algunos volverán a sus problemas y sus luchas, otros, que no pudieron antes, encontrarán algún rincón, en la playa o la montaña, para disfrutar.













Cuando llegue septiembre, todos descubrirán su encanto y la fiesta de la vida será alegre, aunque no vivirán las mismas rosas, pero nosotros traeremos renovada la música.
















Cuando llegue septiembre, la señorita tristeza se pintará los labios y descubrirá que la vida no acaba en vacaciones, y abrirán los talleres en los que se puede aprender y conversar.










Cuando llegue septiembre, ¡ya estoy deseando!, todo será igual y diferente, y podremos hacer que otros también disfruten, con lo poco o lo mucho, que fuimos hilvanando de colores.












Cuando llegue septiembre, estrenaré mis bolsos, hechos con detalles y paciencia, como siempre, como todo, y luciré algo de lo que hoy comparto con toda sencillez.










Cuando llegue septiembre, cuando llegue septiembre...os mandaré un gran abrazo o un beso, un recuerdo y una canción con todo lo que vibre en el corazón, cuando llegue...
Con cariño
Ángela.

14 agosto 2016

Mirando al mar

Contemplando el infinito, que está delante de los ojos, a mi alcance casi y es todo azul en movimiento...

Siento la caricia del sol, y el regalo de la brisa, como una mano amiga que juega con mi pelo...
Las olas que juegan y porfían para ganar la orilla, que a veces se pelean o se rompen, me traen los secretos de la música y la vida...

Todo es oro sobre un espejo ardiente, donde solo se miran, en vuelo, las gaviotas, que surcan libres entre los dos azules...

Y yo, parada, pero siempre en vuelo, si puedo tocar el infinito, y sentir lo que siento, es porque soy libre...
En lo alto, las estrellas coquetas, que se asoman para ver desde arriba a los humanos, cada vez más pequeños, jugando en la playa...

De espaldas a todo, cierro los ojos y me dejo llevar hacia adentro con la ternura de la luz que me inunda y me conduce a la paz, ¿o es el paraíso del ocaso?

Ya no me importa seguir bajo el sombrero... no soy el sombrero. Ni siquiera el cuadro que pinté para refrescar la mirada está conmigo...
Tal vez se sale del paraíso cuando se nace, y tenemos que acostumbrarnos a ir dejándolo todo, para encontrar el camino de regreso...

Disfrutar todo, agua, luz, música y sueños...para ir llenando, como niños en la arena, el pozo maravilloso de la vida.

07 agosto 2016

Otro paisaje, otros recuerdos.

Busco un rincón en mis archivos donde la imaginación me lleve a paisajes donde encontré la paz.
Pasamos la vida, con recuerdos que están a nuestro lado, pero están en el ángulo escondidos, al fijarnos en ellos, parecen despertar. ¿Cobran vida? Nosotros recobramos la memoria de lo que vivimos.

Otro paisaje, otros recuerdos.  El agua o el vino, el trabajo de la siega y la cosecha, son pasado pero...cuánta vida y cuánto sudor tienen!.
Son los segadores. Salían de casa muy temprano, antes de que el sol se levantara. Segaban las mieses a mano, con la hoz y la guadaña bien afiladas. Hacían las gavillas sin perder un grano. Luego las cargaban en los carros e iban camino de la era, para descargar y esparcir las espigas con la cabeza hacia el centro del círculo.

Venía luego el paso lento de animales con los trillos. Y ya al final, como siempre, a separar el trigo de la paja. ¡Qué tiempos tan hermosos, tan alegres y tan sanos!.
No habían llegado las máquinas ni el paro.
Nos trasladan a otro siglo, a los años venturosos de la infancia y el trajín de la familia, por las mieses y las eras.
Se trabajaba mucho y se veía la cosecha. Nosotros no entendíamos de otra cosa que risas, manojos de espigas, trigo y paja, y el viento que entonces era para todo necesario.

No hay razón para seguir caminando a pleno sol. Quiero disfrutar de la sombra, sentada, en un rincón. Voy a rimar mis íntimos latidos, en paz mis sentimientos. En el reposo y la luz. Contemplando este óleo que he reproducido, como un canto a mi gente y a mi tierra.