Todo es natural si contemplamos la naturaleza. Todo es perfecto y nada está acabado. No aparece la tensión, porque no hay lucha, ni esfuerzo.
Las flores, cada una a su manera, ofrecen sus colores y su aroma. Las abejas, se orientan mientras vuelan. No se dejan seducir por las flores más vistosas. Por instinto, sin despreciar la belleza y el color, se acercan suavemente a lo que buscan. Y, luego, zigzaguean hasta la colmena, agradecidas a la vida. Cera y miel, secreto que, durante siglos han ocultado, a las miradas.
Y los humanos, para proteger sus cosechas, han pretendido asustar a las aves, vistiendo espantapájaros. Las aves, se burlan, posándose en sus brazos, aguardando el mejor momento.
Durante mucho tiempo, todo era un juego. Imaginar algo que asuste, y burlar el intento... hasta que llegaron los venenos y los invernaderos. Ahora...hay menos pájaros.
Allá en los pueblos, durante algunos meses que no se podía salir a los campos, se tejían con mimbres y con maña, los cestos apropiados para transportar cosas sin dañar la naturaleza. No se habían inventado ni multiplicado las bolsas ni los recipientes de plástico.
La mente se ha ido poniendo a nuestro servicio en cada tiempo de la historia. Lo importante, antes y ahora, era y es vivir , haciendo con cariño lo que tenemos que hacer, con entusiasmo, sin esfuerzo.
Hoy os dejo una muestra resumida en otros 3 bloques que voy poco a poco construyendo y unos ratones solidarios que despierten sonrisas en niños especiales.