Es como si contemplando en la noche las nereidas, faltara una… y cuando pasa ilumina un poquito más la noche, así lo veo al insertar cada pieza.
En todo lo que hacemos ponemos nuestros sentidos. No sé si es mérito o deformación profesional, pero no podemos hacer otra cosa. Y unas veces, acertamos y otras, tal vez,el rayo de luz no puede llegar hasta nosotros. Son los misterios del arte, de la inspiración o algo tan prosaico y natural como el hecho de que una nube este pasando sobre nuestras cabezas.
Lo cierto es que con este quedan completados los cuatro laterales de la colcha. No son las 4 estaciones, pero ésta se acerca al lado luminoso del invierno. Luego vendrá acolcharla y acoplar cada uno a su sitio. Armarlo todo, tiene su gracia y su compensación, porque al fin se puede completar el trabajo en su conjunto.
Dicho lo cual, y sin negar esa realidad y sin perder la perspectiva, tengo que reconocer que a mí me gusta contemplar cada parte terminada. ¡Disfruto! ¡Por eso lo subo aquí! Si puede gozarse la perfección en lo que vamos viendo, será fácil encontrarla en la obra acabada, o descubrir pequeñas imperfecciones antes de que sea demasiado tarde.
Por suerte, hay que ir día a día paso a paso. El patchwork-arte, como el amor, como el vino, necesita tiempo. No se hace contrareloj. Es antigregario –según yo lo entiendo- y, es incapaz de alimentarse de estímulos comerciales si buscan una producción que tenga menos de belleza y más de rendimiento.
La obra terminada, tiene vida propia y es independiente. Pero estoy totalmente convencida, de que que en cada obra de arte, siempre hay “algo sutil” que habla de su autor.
A veces “eso”, no se valora, o da la sensación de que no se aprecia convenientemente. Cada obra, de cualquier artista, lleva el mimo de las horas, la inspiración y la impronta personal. Posiblemente por eso, sea impagable, aunque haya que poner precio.
Un abrazo.
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