Primero fue la estrella. Alta y fugaz. Lejana. Luego bajó la nieve. Cercana y cálida, para hacernos soñar.
No es la nieve fría si la imaginación y los niños son capaces de jugar con ella. Suele llegar, en esta parte del mundo, para acompañar la Navidad, para darle un color especial a las luces del hogar.
Callando vuela, viene en silencio a cubrir los montes, a llenar los valles, a ponerse a los pies para dejarse pisar, para enseñarnos lo fácil que es jugar.
Desde la ventana, con la nieve, cada uno que pasa por la calle, deja huella. Alguno coge un puñado, hace una bola y lo lanza y corre y ríe. Y es alcanzado por un niño que viene corriendo. El vapor que sale de su garganta es también blanco y cálido como su alma, como su risa.
Con las sunbonnets, y estos bloque 5º y 6º del Quilt de Reiko Kato, detengo la escena y la magia, porque la quiero plasmar en patchwork con todo su realismo y su encanto.
Así entré en el año, tras una escapada apresurada a la Montaña. Y de nuevo al hogar, para esperar los Reyes, que fueron generosos.
Esa funda para la iPad puede dar alguna pista.
Gracias por estar ahí.
A todas y todos, feliz 2014.