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27 septiembre 2014

Estuve allí.

 Para los amantes de Patchwork, ir a disfrutar de la expo de  Sainte Marie aux Mines, en Alsacia, Francia, es una ocasión única, en un lugar especial, donde se da cita lo más representativo de ese arte a nivel mundial.  Este año, la familia me hizo ese regalo.









 No es mi pretensión narrar lo que disfruté, ni contar lo que vi. Tal vez sería mejor no decir nada, porque cualquier palabra puede empequeñecer y limitar algo tan maravilloso. Quienes han estado antes que yo saben que lo que digo es verdad.







 Aunque Australia y Rusia eran, este año, invitados especiales, había obras de Israel, Ucrania,  Japón, China, USA, Canadá,  además de muchos países europeos.











Pero, ¿cómo callar y no compartir algo de lo que allí aprecié, para quienes –desde cualquier rincón del mundo- me vienen siguiendo y mostrando su cariño? ¡No sería justo guardarlo para mi, pues ya he disfrutado y saboreado aquel instante!












Puedo decir  que   del 18 al 21 de septiembre  2014, tuvo lugar el encuentro europeo de la Exposición de  más de 1000 obras sobre el tema; en textiles antiguos, tradicionales y contemporáneos.












La Exposición tiene lugar en tres pueblos. Los pueblos están situados en un verde valle alargado entre montañas en las laderas de los Vosgos. En cada pueblo hay exposiciones en museos, casonas, palacios e iglesias, además de tiendas montadas comerciales.





 





Es algo muy especial encontrarse, conocer y poder saludar personalmente a muchas de las artistas de las obras expuestas.






¡El mundo es un pañuelo lleno de gente grande! Cientos, tal vez miles de personas- sobre todo mujeres-, se pusieron en camino, desde sus lugares de origen, para poder coincidir un día, en un lugar concreto a cientos o a miles de kilómetros de sus propias casas.








































Al mirarnos a los ojos pudimos ver que no somos tan diferentes, y que en la pupila baila el mismo resplandor y la misma luz que ilumina el arte y la vida en todas partes. Puede ser diferente el idioma, pero es muy parecido el amor por lo que hacemos. ¡Qué maravilla  de variedad y sintonía!

































































 Ojalá que las imágenes os digan más que mis palabras. Las cosas más bellas del mundo se contemplan y se sienten con el corazón. Después, la última verdad: imágenes y palabras llevan el mismo cariño.
Ángela.

24 septiembre 2014

La Alsacia





Estrasburgo,  ciudad francesa situada en la zona de Alsacia. Cercana a los Vosgos y a la Selva Negra. El Rin  hace de frontera fluvial entre Alemania y Francia. La influencia cultural de ambos países es enorme, pero prima la influencia germana.








El centro histórico, al que lo franceses llaman la “Petite France” fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988 por conformar un claro ejemplo de ciudad medieval. El antiguo barrio de pescadores y molineros, es para mí, una de las zonas con más encanto de la ciudad.

Perfectamente conservado, es donde se regula el canal de agua y las esclusas para navegar con embarcaciones en el río. Como atractivos de la Petite France destacan los Puentes Cubiertos (Ponts-Couverts), estructura defensiva con torres de vigilancia medievales y el sistema de regulación de aguas.
Las casas de la zona son unas preciosas construcciones de muro de entramado de madera. El conjunto me recordaba al cuento infantil La Bella y La Bestia.
 Debido a su localización geográfica, Estrasburgo destaca desde la antigüedad por ser un importante centro de comunicaciones. Hoy, aunque fluvial, es el segundo puerto francés en importancia.
 

Además de la Petite France, el centro histórico acoge un gran número de monumentos de interés, destacando la catedral (con su reloj astronómico), imponente edificio que aúna diferentes estilos de construcción y se alza imperiosa como símbolo de la ciudad con una sola torre. Ha comenzado la celebración de sus 1000 años de historia (en 2015).  Y a su lado el Palacio Rohan, majestuoso, que alberga 3 museos en su interior. El edificio en sí es una joya. Justo al lado se encuentra el embarcadero de los barcos, para una visita de la ciudad por los canales hasta el Parlamento.













Dando un paseo por el centro, quedé asombrada por la preciosidad del conjunto formado por cafés, restaurantes, y tiendas artesanales. Toda la zona es peatonal y la tranquilidad se transmite al turista. Hay mercados al aire libre, lo que proporciona una mezcla de aromas y colores que incrementa aún más el enorme atractivo de Estrasburgo.


 


Caía una fina lluvia, el único día que apareció la lluvia, y aprovechamos para dar un paseo romántico por los Jardines de L´Orangerie.  Los franceses le tienen un especial afecto por encontrarse allí la mansión que Napoleón mando construir para Josefina, pero a la que nunca vino a ver.

 
 






 Era el cambio de estación. Los árboles  comenzaban a arrojar el oro de sus hojas  por las ventanas del otoño. Encontramos incluso las ventanas en el jardín.









Nuestras vacaciones y nuestra visita a la ciudad fueron muy gratas. Os dejo unas pinceladas en forma de instantáneas.

 

06 septiembre 2014

Pequeñas cosas



El verano es descansar, desconectar, y ser feliz haciendo felices.

El descanso, cada uno lo entiende a su manera.

Se puede leer, pasear, tomar el sol, cultivar la amistad, respirar  a pleno pulmón en la montaña y sin horarios, soñar.

Hacer lo que gusta, relaja siempre. Lo mismo que encontrarse con amigos.  Cualquier pretexto es bueno. Las vacaciones, también.



La rutina del curso o las mil actividades diarias,  no me permitieron encontrar el momento para poner en danza los pequeños detalles que alegran el corazón.


 La mariposa del patchwork mueve sus alas con una cadencia y una suavidad especial.







Las telas  multicolores viven en algún rincón. Basta una conversación, un deseo, un rayo que las ilumina,  despiertan y echan a volar y sugieren mil cosas.

 Como no soy capaz de estar mano sobre mano…, salgo tras ellas, para agarrar los sueños de locura y fantasía.





Traigo aquí una muestra, otras se quedan en el tintero, no siempre se hacen fotografías de todo.

Y desde los más pequeños Marta, Rubén, Carla, Naia, Ziara...con sus mochilas, se multiplican en mis manos los detalles. Algo que libere a las mamás,  o libere las manos de los niños y les permita soñar, jugar o correr. Si quieren convertirse en actores y protagonistas de sus paseos, sus marchas o escapadas, tienen que tener las manos libres.





La experiencia fue positiva. Y mi hijo fue el primero en pedírmela. Luego vinieron más...y de todos los tamaños.
               

               








Después de estos pequeños detalles del verano, seguiré ya con cosas más "serias", labores comenzadas, proyectos que tengo...


No es difícil hacer feliz a alguien,
si uno pone su corazón en lo que hace.