He escuchado la llamada del deseo de que vengas. La he escuchado en sus móviles. Los móviles de tus padres tenían la risa de un bebé para anunciar la llamada. Era una forma de decir que te estaban esperando.
Pero no solo ellos, toda la familia.
Pero no solo ellos, toda la familia.
Porque antes de saber que te habías puesto en camino, ya te había comprado Ana, el primer abrigo.
Aprovecharon una comida de familia,
para hacer tus papás el anuncio oficial,
que todos aplaudimos y brindamos con champagne.
Cuando llegó la ecografía y pudieron oír los latidos de tu potente corazón, quedaron mudos de asombro y de alegría. Por fin, un día, pudieron ver tu cara en 4 D. Su corazón estallaba de alegría y de orgullo. Y nos comentaban que tu padre era un privilegiado al hablarte muy cerquita y poder aproximar su cara al vientre en que tu mamá te tiene.
Cuando han recibido éste babero con tu nombre, era ya Navidad. Se han alegrado no sólo al ver tu nombre sino también porque entramos en el nuevo año y ya te falta muy poco para nacer, Carla. ¡Qué alegría!