En el puerto es como un trasto viejo que sube y baja con el oleaje y las mareas. Pero mar adentro es un hogar y un mundo. Ellos viven de la mar. Hay que cuidar hasta el detalle, esa vieja barcaza. Tiene que devolver a su hogar, al aventurero pescador, incluso si ha de enfrentarse a un mar embravecido. Una mujer y unos niños se asomarán por la tarde al espigón. Ellos son los verdaderos faros que le guían y le atraen.
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23 noviembre 2009
Anclada en el puerto
En el puerto es como un trasto viejo que sube y baja con el oleaje y las mareas. Pero mar adentro es un hogar y un mundo. Ellos viven de la mar. Hay que cuidar hasta el detalle, esa vieja barcaza. Tiene que devolver a su hogar, al aventurero pescador, incluso si ha de enfrentarse a un mar embravecido. Una mujer y unos niños se asomarán por la tarde al espigón. Ellos son los verdaderos faros que le guían y le atraen.
Con sombrero
Tiene tantas facetas la figura humana, sobre todo la femenina, que cualquier pose, resulta placentera. Ni todos los piropos son justos, ni cualquier momento es bueno. Quien sabe calibrar los tiempos y combinar el sentido de la oportunidad y la belleza se acerca a la perfección. La coquetería es un matiz que adorna, si es proporcionado. Nunca lo que es forzado, ni afectado es elegante, aunque alguien pueda pensar que es eficaz. ¡No todo vale en el arte!
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