El cielo siempre es importante. Nos cobija, nos regala la luz y el calor. Alzar la mirada, contemplar el vuelo de las aves, el paso de las nubes, la cercanía de la niebla, el humo perezoso y la lluvia y el rocío, son regalos silenciosos e infinitos con el telón de fondo de los amaneceres o de los ocasos.
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