Trabajé sin tener la idea precisa del bebé que venía de camino. Puse todo el empeño en las telas, los colores, las figuras, las puntadas, los contornos, aunque sólo dos cosas ya sabía: que era niña y que se llamaría, CARLA. Bueno, también conocía la ilusión de sus padres, y el cariño con que aguardaba a esta criatura toda la familia.
Cuando me anunciaron que, puntual a su cita, por fin había llegado, quise conocerla de inmediato.
Y… ahora , al subir mi regalo al blog, me parece nada todo, porque esa niña, se merecería mil veces más.
Ella sí que es un regalo, un inmenso regalo perfecto de Dios.