No hay puntada sin hilo ni camino sin pasos.
El verano es la estación de los pasos perdidos.
Posiblemente dejamos de percibir las huellas, porque las borra el agua o tal vez el viento.
Perdemos, de vista, el rostro de quienes caminaban a nuestro lado en el trabajo, y parece como si el mundo ya no fuera el que nos cobija siempre.
Damos pasos para salir de la rutina y nuestros pies descubren sensaciones nuevas.
El tiempo sin horarios, es más libre en vacaciones.
Nosotros, sin relojes y sin horarios tenemos todo el tiempo.
A veces encontramos amigos, viejos amigos y lugares que casi se nos habían perdido. En vacaciones, los pasos perdidos, llegan a algún lugar desconocido. Nos descubrimos llamando a la puerta, suavemente… y con una sonrisa sale abrir ese desconocido que tanto se parece a nosotros, que lleva nuestro nombre y apellidos. ¡Cuánto tiempo sin verte! ¡Bienvenido! ¡Vaya encuentro!