Nunca es uno tan pequeño que no necesite un mimo.
El detalle no es para que lo aprecie o no quien lo recibe, es el gesto y el cariño de quien lo hace o lo regala, o ambas cosas.
Siempre la mirada de un niño y su sonrisa recompensan todos los desvelos.
Si la generosidad por definición es impagable, la risa de un niño, su mirada, su ternura, son la fuente de la dicha y la energía de la vida y de la sociedad.
Para una abuela especial, un babero especial.
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