La columna importa para sostener la lámpara. Pero tú estás llena de luz. Llegaste como regalo, precisamente en Navidad. Desde entonces eres como un rescoldo que calientas la casa desde un rincón. No hace falta hablar para ocupar un sitio destacado entre nosotros.
Sabes ya tantas cosas de nosotros, que hasta conoces los títulos de los diarios y los libros que leemos junto a ti. Seguro que te asombran nuestras tertulias y nuestras charlas de familia. Tienes un mérito enorme, porque además de prestarnos el ambiente adecuado, eres discreta.