de vida, de amaneceres,
me llegas como caricia
que asombra en silencio, al cielo.
Me llegas con sed inmensa
de promesa, de camino,
me llegas como la lluvia
que empapa, cualquier destino.
Me llegas con la ternura
de intimidad, de prohibido,
me llegas como gaviota,
que vuela silencios mudos.
Me llegas con la frescura
de la nieve, del rocío,
me llegas como la mar
cuando baña mis abismos.
Me llegas con tu palabra
de silencio, de murmullo,
me llegas como el latido,
en el ritmo del amor, dormido.
Me llegas con tu ser hondo,
de poeta, de interior,
me llegas como la luna,
que tiñe de azul brillante, el dolor.
Me llegas con tu distancia,
de ser otro, de ser yo,
me llegas como la vida,
que cada día soñamos, con pasión.
Me llegas
por las aristas,
por las lindes del dolor,
por los huecos de la noche,
y por los rayos del sol.
Me llegas
porque llegaste,
viajero al amanecer,
cuando estaba en mi camino,
en una tarde de otoño,
para volver
y volver.
porque llegaste,
viajero al amanecer,
cuando estaba en mi camino,
en una tarde de otoño,
para volver
y volver.
No voy a negar que me ha impresonado tu poema... Es una faceta que desconocía en ti. Lo releo y confirmo la profundidad del mismo. De cada una de sus palabras.
ResponderEliminarDe algunas especialmente!
Fuerte abrazo Ángela.
Magnífico, Ángela. Esa forma de consolidar y sentenciar el mensaje de cada estrofa con la palabra final del mismo... solvente e inteligente.
ResponderEliminarFeliz miércoles.
Precioso poema.
ResponderEliminarMuy grato leerlo.
Un abrazo.
Sencillo y lindo... como toda tú.
ResponderEliminarBesosmil.
Gracias, Ángela, por tan bello y sentido poema.
ResponderEliminarEs un placer siempre leerte, amiga "Poeta".
Un fuerte abrazo.
Sea bienvenido.
ResponderEliminarCon este bello poema.
Un abrazo.