Decidle a la luna
que esta noche no voy
a la alameda,
que cuide
de los lobos,
que de luz
a mi tienda,
que siga sonriéndole
a la nube,
que toque cascabeles
por la sierra.
Decídselo a la luna,
porque la cita
que yo tenía con ella,
me la pidió el amor.
Decidle a la luna
que esta noche no voy
a la alameda,
que cuide
de los lobos,
que de luz
a mi tienda,
que siga sonriéndole
a la nube,
que toque cascabeles
por la sierra.
Decídselo a la luna,
porque la cita
que yo tenía con ella,
me la pidió el amor.


De mi vivir vengo,
de roturar surcos,
en las orillas del alma,
de ponerle aroma a las ideas.
De mi vivir vengo,
del silencio interior,
que remansa y acrisola
los sueños y las vivencias.
De mi vivir vengo,
de encerrar en odres,
los viejos pensamientos,
caldos de mi cosecha.
De mi vivir vengo,
de escanciar una copa,
brindando por la dicha
de saber que estoy viva.








