La apariencia es una limitación espaciotemporal. Es real, pero tiene mucho de ilusión.
Cuando se da la espalda al tiempo, se descubre la puerta de la eternidad.
El cuerpo y la belleza entran en otra dimensión.
La luz tiene contornos, tonos y matices, como una sinfonía.
Y algún día, la energía encerrada en el cuerpo, le dará un capotazo a los sentidos.