Haz lo que te dé paz, me dijo hace tiempo alguien que me quiere.

Intento pues, hacer lo que quiero hacer, con todo esmero y, si es posible, con amor y por amor.

No importa que haga mucho o poco, lo importante es que al hacerlo, cada día me sienta bien y sea feliz.
A veces parece que estamos encadenados a formas de pensar, de hacer las cosas y sentir, pero somos libres y se puede pensar y hacer lo que se quiera y nos libere.
Esa paz interior de hacer las cosas bien, sean grandes o pequeñas, se va hilvanando y cosiendo con puntada escondida... que solo la mano que lleva el hilo con la aguja se da cuenta.
De ese modo, a medida que el trabajo avanza, va apareciendo la belleza y saliendo lo que uno lleva dentro.

Y es posible que, sin quererlo, sin saber cómo ni por qué, en el trabajo y en la vida surja la unión con quienes, cerca o lejos, hacen, sienten o viven algo parecido. Tal vez sean los lazos invisibles que nos unen a los que vamos en camino.
Os siento cerca y soy una más de la gran familia humana, aquí y ahora.
Un abrazo,
Ángela.