Se echó la noche, las horas pasaban pero no amanecía.
No sé si soñaba, aunque no dormía. Los fantasmas se abrieron paso, como suelen hacer, sin llamar, sin necesidad de abrir puertas ni ventanas.
Se mueven las hojas de los árboles y se alargan sus dedos, con la luna, en las paredes de la estancia, ¿también del alma? sin hacer ruido, sin saber qué buscan.
No sé si tú, a mi lado, ves algo cuando sueñas.
Mi mente se ha escapado por las calles desiertas que dejamos ayer, con letreros y anuncios de "se vende" y comercios cerrados.
No había risas, porque ni en los parques había niños.
El sonido de la campana del reloj de ayuntamiento parece detener el tiempo y en lo alto aparece un lucero, o tal vez una estrella. ¿Es suficiente para detener la sombra?
Nuestro perrillo blanco se ha acercado, y me roza diciendo que ya se ha despertado. Así comienza el día, con un lametazo cálido, como cada mañana.
No estoy sola.
Vivo rodeada de estrellas, y no me refiero a las del firmamento, ni a esas personas famosas...sino a estas otras que tienen luz propia, que te regalan calor y sentimientos, y vida, y tiempo, que son cobijo y abrazo, y tantas "cosas"...pero esta que imaginé y recreé, tiene los matices de esta tierra y los colores del otoño, me acompaña en mi taller esperando a formar parte del quilt casi ya terminado.