Me ausenté, de esta tierra de miel y de los míos.
Tuve que ausentarme del mundo de las telas, los hilos y dedales, para abrazar la vida incipiente de los niños. Gocé infinito, echando una mano a la familia.
Ahora, ya de vuelta, apenas tengo
algo que colgar. Y como no quiero estar ausente por más tiempo, de las amigas y
amigos que me siguen, me vais a permitir que haga un paréntesis primaveral.
Recobro dos pinturas que hice
hace ya unos años y las ofrezco a todos con la única intención de saber que
aquella que pintaba y esta que cose, construye casas a su aire y sueña la
perfección con lo que cae en sus manos, es la misma.
Esa belleza en suspensión, es otra naturaleza, algo distinta, pero no extraña.
Esa belleza en suspensión, es otra naturaleza, algo distinta, pero no extraña.
Seguro que todas/os tenemos otras dotes, o tal vez otras manías, distintas de las que a veces mostramos. Eso nos hace más humanos.
El ser humano que somos, no se agota en un plato bien hecho, un postre especial, ni en un dedal, ni en un pincel, ni siquiera en un verso, o un relato.
Así que, esa soy yo también. Podéis verlo mientras os abro el apetito con un cesto de frutas que gracias al arte de Ana su creatividad y generosidad, podréis como yo disfrutar. Me ha encantado hacerlas.
A todas/os que pasais de visita por mi pequeño espacio, a las nuevas/os seguidores con los que no puedo contactar y a todas/todos que me dejais vuestros comentarios, os deseo una semana feliz. Me alegran vuestras visitas y lo celebro, ya lo escribí en otra ocasión y lo repito, el amor es una celebración diaria. Así lo vivo.