Los proyectos van tomando vida, paso a paso. Hasta se humanizan, poniendo en ellos algo de lo que rodea nuestro entorno: paisaje, naturaleza, hogares y luz, intimidad y sueños, trabajos sencillos que sin quererlo dejan huella (o eso parece).
El toque personal de color y de cariño, seguro que es patrimonio común de quien tiene la suerte de poder hacer algo que le gusta. A nadie debe sorprender, que yo tenga el mío; que combine telas, colores y movimientos tratando de buscar la armonía, con mi toque personal.
Y eso, es lo que voy subiendo y os ofrezco: unas telas, un poco de trabajo y algo con lo que disfruto, mientras lo hago y cuando me siento a verlo.
Poderlo hacer es un don. Y… ya me imagino lo siguiente, si Dios quiere.