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24 septiembre 2014

La Alsacia





Estrasburgo,  ciudad francesa situada en la zona de Alsacia. Cercana a los Vosgos y a la Selva Negra. El Rin  hace de frontera fluvial entre Alemania y Francia. La influencia cultural de ambos países es enorme, pero prima la influencia germana.








El centro histórico, al que lo franceses llaman la “Petite France” fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988 por conformar un claro ejemplo de ciudad medieval. El antiguo barrio de pescadores y molineros, es para mí, una de las zonas con más encanto de la ciudad.

Perfectamente conservado, es donde se regula el canal de agua y las esclusas para navegar con embarcaciones en el río. Como atractivos de la Petite France destacan los Puentes Cubiertos (Ponts-Couverts), estructura defensiva con torres de vigilancia medievales y el sistema de regulación de aguas.
Las casas de la zona son unas preciosas construcciones de muro de entramado de madera. El conjunto me recordaba al cuento infantil La Bella y La Bestia.
 Debido a su localización geográfica, Estrasburgo destaca desde la antigüedad por ser un importante centro de comunicaciones. Hoy, aunque fluvial, es el segundo puerto francés en importancia.
 

Además de la Petite France, el centro histórico acoge un gran número de monumentos de interés, destacando la catedral (con su reloj astronómico), imponente edificio que aúna diferentes estilos de construcción y se alza imperiosa como símbolo de la ciudad con una sola torre. Ha comenzado la celebración de sus 1000 años de historia (en 2015).  Y a su lado el Palacio Rohan, majestuoso, que alberga 3 museos en su interior. El edificio en sí es una joya. Justo al lado se encuentra el embarcadero de los barcos, para una visita de la ciudad por los canales hasta el Parlamento.













Dando un paseo por el centro, quedé asombrada por la preciosidad del conjunto formado por cafés, restaurantes, y tiendas artesanales. Toda la zona es peatonal y la tranquilidad se transmite al turista. Hay mercados al aire libre, lo que proporciona una mezcla de aromas y colores que incrementa aún más el enorme atractivo de Estrasburgo.


 


Caía una fina lluvia, el único día que apareció la lluvia, y aprovechamos para dar un paseo romántico por los Jardines de L´Orangerie.  Los franceses le tienen un especial afecto por encontrarse allí la mansión que Napoleón mando construir para Josefina, pero a la que nunca vino a ver.

 
 






 Era el cambio de estación. Los árboles  comenzaban a arrojar el oro de sus hojas  por las ventanas del otoño. Encontramos incluso las ventanas en el jardín.









Nuestras vacaciones y nuestra visita a la ciudad fueron muy gratas. Os dejo unas pinceladas en forma de instantáneas.