De mi vivir vengo,
de roturar surcos,
en las orillas del alma,
de ponerle aroma a las ideas.
De mi vivir vengo,
del silencio interior,
que remansa y acrisola
los sueños y las vivencias.
De mi vivir vengo,
de encerrar en odres,
los viejos pensamientos,
caldos de mi cosecha.
De mi vivir vengo,
de escanciar una copa,
brindando por la dicha
de saber que estoy viva.