Necesitamos escapar de la
presión. Desconectar y salir de los espacios en que habitualmente se mueven
nuestros pasos. Volver a los paisajes de la infancia, donde la felicidad y la
ilusión iban de la mano. Recordar que la
tierra es una madre hermosa y buena, siempre necesaria y siempre paciente y
generosa.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIbhKYxLBezUA3-9AE7NKoJvAhwQY6NqhY4ki9AGqqcy68C-N8rRvr4Kec15d0hCqC772XCUkoBDRvcNdPPjKCmKMeE0KvQKAO9CmeoWyGNGMg9KigjXND9detEOSaOHka00tQZExDyq8/s320/Agosto2.jpg)
La mies está granada. La cosecha está cerca. La carretilla está colmada de todo lo mejor para llevar a la familia. Cuando piensas en ellos, el trabajo puede abarcar jornadas de sol a sol, pero nadie se queja. Los sombreros y las travesuras eran para el verano. Cantaban los ejes, las abejas, los enamorados. Hasta la luna sacaba su pandereta para alegrar la vida y estirar las horas, las confidencias, las celebraciones y las risas.
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La mies está granada. La cosecha está cerca. La carretilla está colmada de todo lo mejor para llevar a la familia. Cuando piensas en ellos, el trabajo puede abarcar jornadas de sol a sol, pero nadie se queja. Los sombreros y las travesuras eran para el verano. Cantaban los ejes, las abejas, los enamorados. Hasta la luna sacaba su pandereta para alegrar la vida y estirar las horas, las confidencias, las celebraciones y las risas.