La naturaleza cuanto más alta, está más limpia. Algunas veces está cubierta de blancura. Otras, el viento pinta los paisajes de formas tan raras y distintas, que nunca podremos imitarle. Los árboles están ahí dejándose mecer, porque les encantan los sonidos que la brisa y el cierzo arrancan de sus ramas. Los trinos de las aves no se ven, pero hacen más profundo el bosque y el paisaje.
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